¿Culpable?

Soy inocente. Le explico: eran casi las siete de la noche,  el camión venía repleto de caras largas, trabajadores, amas de casa, estudiantes, todos con un mismo fin salir del centro de la ciudad y llegar a sus hogares. Las ventanas estaban empañadas, el chofer con una franela intentaba abrir la visibilidad frente a él. Los pasajeros nos abríamos paso entre el hedor a sudor y a pollo rostizado que una mujer mayor comía; y entonces aquel hombre comenzó a restregarse entre las personas, yo lo vi. Una de sus víctimas fue una chica que protegía maternalmente con su brazo una planta cuando el camión freno. Aquel hombre se aprovecho de la situación y  se le fue  encima, se restregó en ella,   la impregnó de su olor,  de su sudor. La indefensa mujer intentó hacerse pequeña, desaparecer, perderse en el verde de su planta. Yo no dejaba de observar la escena y cada uno de los movimientos que el hombre hacía, intentaba pensar en cómo detenerlo y hacerlo pagar, pero el olor a pollo nublaba mis pensamientos.

      De pronto nuestras miradas se cruzaron, y vi que se dirigía directo hacía mí, esbozando una sonrisa burlesca. Dígame, ¿qué podía hacer? estoy segura que usted no lo hubiera tolerado.  Además, todo en él  era asqueroso empezando por el palillo que mordisqueaba de izquierda a derecha con ansiedad. De repente se detuvo, quizá porque se percató que mis ojos lo vigilaban. Entonces aproveché para abrir camino entre olores y gente, traté de alejarme de aquella figura mugrienta, logrando  acercarme a la parte trasera del camión. Ya instalada en mi nuevo sitio mis ojos buscaban desesperadamente dónde estaba aquel degenerado. No tardé en darme cuenta pues su aliento me sofocaba y su cuerpo me presionaba. No le puedo describir el asco y la rabia que sentí en ese momento, me quedé inmóvil con un grito dentro de mí. Pero lo que sí le puedo detallar fue lo que siguió, mientras mi corazón latía fuertemente sentí cómo la rabia hacía reaccionar mi cuerpo, en lo que el tipo pedía la parada, yo llegué hasta  él, y mientras la puerta se abría yo simplemente lo aventé. Lo de la motocicleta, las llantas y la sangre ya no es mi problema.  

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