Por: Ulthar
Álvaro se despierta con los
ruidos de la televisión. Los buenos días los da la señorita del clima que
siempre sale con minifalda. Se aferra a su cobija de polar que tiene un enorme
dibujo de una osa con su osito, la que ya no le cubre los pies y deja al
descubierto los dedos porque los calcetines tienen hoyos. Reconoce el olor a
vomito y alcohol, eso termina por levantarlo, ve a la pequeña Margarita que
sigue durmiendo y a su papá en la orilla de la cama con un charco de cerveza en
el piso. Camina con cuidado sobre el colchón, busca debajo de la cama sus
zapatos, están salpicados con tres manchas de vomito, se los calza y nota que
están más despegados de la punta.
Su mamá está sentada en el
comedor, con los codos sobre la mesa, esperando la sección de espectáculos. No
la saluda, porque no le contesta. Tampoco le dirá que hay reunión en la
escuela, porque mamá siempre dice que no tiene tiempo y la maestra es una
pendeja.
Álvaro camina hacia el
refrigerador, no avanza mucho porque el dormitorio, el comedor y la cocina
están en una misma pieza de block que construyó su papá hace diez años cuando
Álvaro nació. Abre la puerta del prisma beige, del que dice Acros, del que sale
un olor rancio. Una luz parpadeante deja ver por instantes una botella de refresco
casi vacía y cuatro tortillas tiesas con motitas azules y blancas.
Enciende un cerillo, se le
iluminan los ojos negros y la tez morena, ahora es un gran mago que está a
punto de hacer su mejor truco, la ilusión con la que todos quedarán sorprendidos
y le aplaudirán. Todo se extingue cuando la llama se apaga. Talla otro cerillo
en la cajita, enciende dos hornillas para calentar las tortillas y la olla de
los frijoles. Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes ha desayunado, comido
y cenado lo mismo.
Se acerca a su mamá, ella
extiende el brazo sin dejar de mirar el televisor y le da tres pesos, para su
pasaje. Sin la bendición, sin un beso, si un “que te vaya bien”, Álvaro sale de
la habitación gris. Sabe que el dinero no le alcanza para tomar el camión, los
choferes siempre lo bajan, la tarifa es de seis. Por eso se va caminando entre
lotes vacios, calles de terracería y casas como la suya: con varillas que
coronan los techos, con ventanas que tienen hule en vez de vidrios, con paredes
sin revocar y grafitis por doquier.
Llega a la escuela, con sus
cincuenta compañeros, a escuchar el sermón de la maestra sobre el esfuerzo y el
trabajo para ser mejores personas. Él sabe que lo mandan sus papás para que no
le pongan falta, porque si tiene muchas no les pagarán OPORTUNIDADES, entonces
no habrá cabecitas de pollo ni patitas rostizadas con salsa valentina.
-Sí, la maestra es una pendeja.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, van mis comentarios.
ResponderEliminar1) Su mamá está sentada en el comedor, con los codos sobre la mesa, esperando la sección de espectáculos. No la saluda, porque no le contesta. Tampoco le dirá que hay reunión en la escuela, porque mamá siempre dice que no tiene tiempo y la maestra es una pendeja. Sugiero quitar uno de los PORQUE.
2) Álvaro camina hacia el refrigerador, no avanza mucho porque el dormitorio, el comedor y la cocina están en una misma pieza de block que construyó su papá hace diez años cuando Álvaro nació. Sugiero quitar el PORQUE y después de diez años poner una coma.
3)Abre la puerta del prisma beige, del que dice Acros. Sugiero volver redactar DEL, DEL
4) En general considero que hace falta precisar el texto. Por ejemplo cuántos años tiene Álvaro, qué piensa y siente del contexto que lo rodea.
Fabiola, Álvaro tiene 10 años. Lo sabemos cuando dice que su papá construyo el cuarto/casa cuando Álvaro nació hace 10 años.
EliminarSaludos Sergio, me gustó tu texto. Te dejo algunas recomendaciones:
ResponderEliminar1. En el primer párrafo donde dice “...la que ya no le cubre los pies y deja al descubierto los dedos porque los calcetines tienen hoyos” pudiera ser más fluida la idea si quitas el “porque”, te dejo mi sugerencia: “la que ya no le cubre los pies y deja al descubierto los dedos que se asoman por los hoyos de los calcetines”.
2. Falta acento en las palabras vómito y vacío.
3. En el segundo párrafo donde dice: “…porque mamá siempre dice que no tiene tiempo y la maestra es una pendeja”, puedes poner entre comillas lo que dice la mamá.
4.Creo que si nos dieras un poco más de información sobre Álvaro (qué año cursa, su edad, qué piensa sobre la escuela o alguna materia...) el lector se identificaría más con él.
Hola me gustó mucho tu texto, ya que como nos dijo el maestro es importante hablar de las realidades que vemos o vivimos porque son mas auténticas y texto es sin duda realidad de lo que se vive en el país, apoyo a Bere con que nos dieras un poco de mas información sobre Álvaro. Saludos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con los comentarios, peeero: el cuarto párrafo es sublime. Juegas muy bien la aliteración. Pude imaginarme completamente la luz y hasta su sonido. ¿La luz tiene sonido? De eso hablaba el sábado cuando citaba a la Rivera Garza con su "Nadie me verá llorar". La tienes que leer, Ulthar. Abrazo.
ResponderEliminarHola!!
ResponderEliminarMe gusta tu texto. Creo que la descripción se te da muy bien.
Mi único comentario es que no me gustó el final, me pareció un poco precipitado. Lo que ocurre es que quería seguir leyendo...
No estoy tan de acuerdo con dar más datos de Álvaro porque creo que poco a poco nos vas mostrando quien es. Claro que podríamos conocerlo mejor si el texto continuara jajaja.
Saludos!!
Ay, ca'ón: me estremeció, compadre. Sólo dos cosillas:
ResponderEliminar1. Cheque el ritmo del inicio. Por ejemplo: "siempre sale con minifalda pero él se aferra a su cobija de polar".
2. Como menciona María, falta alargar un poquito más el choro de la maestra para que los lectores, antes del final, piensen lo mismo que Álvaro.