sábado, 30 de noviembre de 2013

A través de la ventana.

Por Naila.

Sentada en el pretil de la ventana veo pasar personas de todas las edades, mujeres jóvenes, mujeres de la tercera edad, viejitos, niños, adolescentes van y vienen. Unos con paso apresurado, otros tranquilos, meditabundos, distraídos. Algunos me reconocen y me saludan, otros esquivan la mirada, disimulan no verme, cuando es evidente me han visto, porque nuestras miradas se cruzan. Creo, están acostumbrados que lleva años la ventana cerrada y la cortina no deja ver nada. Una cortina que hace juego con el decorado de la casa, es de manta, en tono crudo y  combina con los muebles, todos de madera, las paredes tapizadas  también de madera. A través de la ventana muchos tratan de ver algo, se asoman más que nada por curiosidad o quizá por morbo.

Los rumores del pueblo dicen que se enfermó, que se está muriendo de tristeza desde que murió su hija. Se refieren a mi madre, saben que Natalia, mi hermanita, falleció  hace 5 años, que se fue de una forma trágica, con toda una vida por delante, tenía 16 años. Y por eso los vecinos se asoman con frecuencia a la ventana y tratan de averiguar qué pasa, quieren ver si en realidad mi madre se está muriendo de tristeza así como se dice. Además saben que esa ventana lleva más de cinco años cerrada. Sin prudencia se asoman para tratar de indagar algo. Cuando se tropiezan con mi mirada se asustan, se asombran, no se imaginan que estoy sentada en el pretil viendo a la gente pasar. Lo hago para distraerme un poco, para ver qué hay afuera, es como  asomarme al mundo, para salir de la rutina, porque en efecto mi madre se esta muriendo de tristeza, también de otras cosas, como consecuencia de su profundo dolor ya se complicó su estado de salud, pero todo inició por la inmensa tristeza que le provocó la muerte de Natalia.

Desde que era niña hacia eso, me sentaba en ese pretil de azulejo, color amarillo con azul, un azulejo frío, pero ese frío me agrada porque la temperatura de Arriaga oscila entre los 38 y 42 grados. El calor en Arriaga, Chiapas es sofocante, al ser un lugar que pertenece a la costa, Arriaga esta a 40 metros sobre el nivel del mar. Algunos de los que pasan si me saludan, otros sólo me sonríen, muy pocos son los que se acercan y me hacen plática. Sentarme en la ventana es también con el fin de buscar aire, el calor me ahoga, y más el ambiente de la casa, ver a mi madre irse cayendo poco a poco, me desgarra por dentro, siento una gran impotencia, por eso busco otros aires, pero como la calle da a un callejón, no corre mucho el viento, no siento la frescura que busco.

Estar sentada en ese pretil no sólo es para ver pasar a la gente, también es para remontarme a los años de mi infancia, cuando estaba chica y mi madre estaba bien, llena de vida, con una gran fortaleza, incluso Natalia no existia; y ahí me sentaba horas y horas a comer mango-piña, sandía, papause, coyol, almendra, las frutas que más se dan por acá, iba y las cortaba en el patio de la casa, con mis golosinas, me sentaba en el pretil de la ventana, una de las cosas que más me gustaba ver pasar, eran los carretones, en ningún otro lugar los he visto, siempre llevaban carga: frutas, verduras, sillas, mesas, marranos, lo que la gente necesitará transportar, me gustaba verlos, me gustaba ver con que docilidad el caballo que los dirigía, obedecía a cada golpe del carretonero, casi siempre con un chiflido y un fuetazo en el lomo, le daban la órdenes a los caballos, ellos obedientes y con un paso lento llevaban su carga a cuestas. La carga era doble porque también sobre su lomo cargaban el peso de la carreta, las cuales eran hechas con tablas de madera, o más bien con pedazos de tablas, desperdicios de algún mueble. Las tablas sin pintar, viejas, muy viejas, se les veía que los años habían pasado y dejado huella en ellas, a las tablas las sostenían barrotes de fierro, un fierro pesado, macizo, despintado por el uso,  más el peso de la carga que llevaban y por supuesto el peso del carretonero. Cada que oía el sonido de las herraduras del caballo con el contraste de las piedras sabían que ahí venían, que no tardaban en pasar  frente a la ventana. Otras veces el olor a caca de caballo me anunciaba su pasada, porque se iban surrando por todo el camino.

Me quedó horas sentada en el pretil de la ventana, tratando de revivir los años en que mi madre estaba bien.

A través de la ventana, también veo pasar a los centroamericanos, quienes acaban de bajar del tren, esperando nuevamente su salida dos días después, para retomar,  seguir su camino y logar cruzar el país, cumplir el famoso sueño americano. Todos los días pasan y así como desde hace años; sólo piden comida, no hacen daño, no insultan si dejo 5 kilos o 10 kilos de tortilla con el salero a lado, en el pretil de la ventana,  todo se acaba. También les pongo agua, para mitigar un poco su sed. Desde la ventana no veo el tren, a pesar que la estación del ferrocarril esta a una cuadra, pero si oigo el bullicio de los emigrantes que están bajando para pedir ayuda. Es triste ver en su rostro la mirada de ilusión por cruzar el país, llegar a la frontera y poder cumplir su objetivo, buscando una mejor calidad de vida, pero también veo en sus miradas la incertidumbre, pueden quedar tirados en cualquier lugar, ellos saben que la muerte los asecha, el ir en el “Lomo de la bestia” es retar a la muerte para buscar mejor vida, que contradicción. No identifico de qué país son, todos a simple oído tienen el mismo sonsonete, aunque sé de antemano que pueden ser guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, pero a simple vista se ven iguales. Todos están tatuados con la misma etiqueta, dolor, hambre, sed, desesperanza y a la vez ilusión, pero más que nada se les ve que la muerte lo vigila.

Todo eso veo a través de la ventana. Hay ratos que no se oye nada, que no pasa nadie y pienso que son instantes para meditar qué más puedo ver, sin ver,  a través de la ventana.

10 comentarios:

  1. Hola, interesante tu texto, me gustó mucho al inicio te atrapa cuando hablas de los sentimientos por los que están pasando y se queda uno con ganas de saber mas, luego hablas de los recuerdos y finalmente de los centroaméricanos, mi sugerencia sería aumentar el texto porque son tres temas que los describes de manera breve y pienso que hace falta más información.

    Hay una frase que no entendí:me gustaba ver con que docilidad el caballo que los dirigía, obedecía a cada golpe del carretonero, casi siempre con un chiflido y un fuetazo en el lomo, Quién dirigía a quién no entiendo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Hola Naila

    1. En los primeros párrafos mucha repetición de la palabra que.
    2. Después de la palabra mango falta una coma.
    3. “por cruzar el país y para llegar a…” Sugiero eliminar la y griega.
    4. “Sentarme en la ventana en también con el fin de buscar” la segunda en sobra.
    5. Te sugeriría una leída más en voz alta, hay palabras que se repiten o que no dan facilidad a la lectura. Encuentro mucho el uso de la palabra que.
    6. Son inmigrantes, porque van llegando, en caso de que estuvieran yéndose, sería emigrantes.
    7. Buscar sinónimo de asecha en el último párrafo.
    8. Inicias con una temática y luego saltas a otra completamente diferente. Me agradan las dos, una el chisme del pueblo y la otra el paso, el cruce de extranjeros por México para llegar a los EEUU. Define cual deseas seguir. Y si solo deseas escribir sobre una persona que se pasa mirando lo que pasa en la ventana, describe más al personaje.

    Me agradaron las ideas, desearía verlas desarrolladas en una historia más larga.

    Nos seguimos leyendo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    2. Ivonne, no contestó nada en el blog por que es parte de las reglas de l taller, no defenderse, aunque en repetidas ocasiones he querido hacerlo, en este caso se trata de la palabra mango piña, no puede llevar coma, el mango piña en Chiapas es un injerto de mango con piña y así se llama MANGO PIÑA. Habría muchas cosas más que puedo comentar sobre mis escritos y que tienen que ver con el uso del lenguaje propio del estado de Chiapas y en es específico de la costa. Me asombra cuando me han pedido rectificar expresiones de la costa chiapaneca por que a los lectores del este blog no los remite a ningún lugar en especial. Lo que puedo decir al respecto es que el hecho que no les suene a ningún en especial no quiere decir que sea uso y costumbre de lugares como Tonalá, Arriaga, Pijijiapan, Mapastepec, Escuintla, Tapachula, Cintalapa, Ocozocuatla, Villaflores, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por mencionar algunso, quizá lo que tendría que hacer como "escritora" es especificar que se refieren a expresiones de Chiapas, pero si considero textos de escritores chiapanecos, como Rosario Castellanos, Laco Zepeda, J. Sabines, en su literatura no especifican de qué lugar son las expresiones que utilizan, Saludos.

      Eliminar
    3. Me queda el saco, acepto mi IGNORANCIA.
      Saludos!

      Eliminar
    4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    5. Gracias por la aclaración, ciertamente todos los días se aprende algo nuevo. Quizás un guion entre las dos palabras ayudaría al lector.

      Eliminar
    6. Puede usar "mangopiña" o "mango-piña".

      Eliminar
  3. Mi querida Fabiola, yo creo que efectivamente el ritmo paciencia-emoción-descanso del texto-emoción-revisión puede resultar muy benéfico. Precisamente el primer párrafo me atrapó y ahí está el motivo para todo lo que describes, para todo lo que nos haces sentir. Además de observadora, sabes muy bien sacar provecho de todo lo que hay en tu cultura. Ahora bien, no dejo de afirmar que es necesario revisar y releer el texto antes de publicarlo. Hay repeticiones feas que afean el texto: así justo: feo que afea; por ejemplo: caca y caca; también y también. Si la repetición no tiene un efecto musical o semántico, entonces es mejor replantear la selección léxica. Por otra parte, creo que el asunto de Natalia aparece como apresurado y repentino. Tal vez podría convertirse en parte del pretil, en parte de la ventana, en parte de la descripción que desarrollas.
    En fin, gracias por compartirnos tu mirada. Abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Muy bien por el texto, se va soltando la redacción y dejan de estar tan constipadas las escenas. Ahora bien, la ortografía sigue fallando gacho. Por ejemplo:
    Checar uso del "que", a veces falta y a veces sobra: 1) "adolescentes que van y vienen" y 2) "cuando es evidente que me han visto"
    "Además" es una sola palabra, también "otras".
    Cuando uno escribe ciudad y país o ciudad y estado (ya se lo había mencionado en otro texto) el país o el estado va entre comas (París, Francia,… Sayulita, Nayarit,…). Así, habría que escribir "El calor en Arriaga, Chiapas, es sofocante", no obstante, como luego dice "al ser un lugar que pertenece a la costa chiapaneca", se podría quitar el "Chiapas".
    Por qué está entrecomillado "golosinas" si sí son golosinas: no solamente los dulces de la tiendita son golosinas sino todo aquello que nos vuelve golosos.
    "Cada que oía el sonido de las patas del caballo", ¿las patas o las herraduras?
    Sugiero pensar otras palabras para: "centroamericanos", "sueño americano", "tatuados".
    El texto podría funcionar como parte de un capítulo de la novela. Habría que hilvanarlo correctamente, pero ya tiene un buen cacho.

    ResponderEliminar